Las evidencias de que no estamos solos en el universo son aplastantes. Vivimos entorno a una estrella joven, sobre un planeta más joven todavía y cada vez que observamos el cielo, sentimos una especie de congoja, de achicamiento, al pensar en la cantidad de vida que puede haber en el infinito.
Pero, ¿y si parte de aquella vida lejana y desconocida estuviera entre nosotros? No como simples visitantes curiosos, si no como verdaderos arquitectos de nuestro sistema social.
Hace muchos años que venimos hablando de este tema.
El tema de que alguien nos gobierna desde las sombras, de que una extraña y poderosa mano mueve los hilos de todo aquello que nos han hecho creer. Que nos hacen vivir con un falso concepto de libertad, con un falso concepto político y con una falsa sensación de poder de decisión y discernimiento.
Que el sistema que nos gobierna es algo más que corrupto es evidente. Pero la verdad va mucho más allá de una decena de personas trajeadas que juegan a hacerse inmensamente multimillonarios a costa del desbalance de la humanidad.
Vemos y alabamos a los títeres que nos ponen delante, escuchamos y creemos todas las palabras que salen de sus bocas vacías, creemos que vamos a mejor, que estamos creciendo y evolucionando, cuando en realidad estamos en un lento y profundo decrecimiento. Nos intoxican con medicamentos y malos alimentos, nos zombifican, nos inculcan rutinas esclavistas. Nos meten en aulas desde pequeños y nos examinan, nos califican y nos amoldan para no destacar. Nos hacen desear materia inútil que solo podemos conseguir a través de trabajar, y no tenemos capacidad para cuestionarnos el porqué.
Apenas hay fruta en los árboles, los ríos se han intoxicado, todos los recursos naturales forman parte de las multinacionales. Todo aquello que es extrae de la naturaleza, todos los bienes, son inalcanzables para millones de personas.
Pero, ¿Por qué? ¿Con qué intención?
En 1951 se encontraron en Iraq 22.000 tablillas y pergaminos que traían consigo un increíble mensaje escrito 6.000 años atrás. Decían que unas Naves centelleantes habían bajado desde el cielo, con intención de conseguir minerales de la tierra que se precisaban con urgencia. Posteriormente aquellos seres divinos habrían creado al humano desde su propia imagen para utilizarlos, en principio, como mano de obra.
Esto dicho así suena muy literario, pero la información esta ahí fuera, sólo hay que buscarla.
Pues bien, todo apunta a que estos seres no sólo siguen entre nosotros, si no que nos utilizan a su antojo y que nos tienen clausurados en este planeta a consciencia.
Los reptilianos son seres del submundo, es decir, que tendrían capacidad para habitar dimensiones por debajo de la nuestra, con un control de la materia y del pensamiento energético muy elevado. Son unos manipuladores capaces de cambiar su apariencia y de implantar pensamientos en nuestros cerebros. Nuestra trampa es el cuerpo, que nos limita sólo a este plano conocido donde no hacemos más que nacer y morir como una rueda que no cesa, siempre rodeados de estímulos que encierra más y más nuestra capacidad de pensamiento, y por consiguiente llevándonos a un estado adormecido y conformista insalubre.
Aquí empieza su festín, pues estos reptiles tienen un fetiche, un alimento tan necesario para ellos como exquisito, que consiste en nuestro dolor y padecimiento energético. Donde hay encierro, dolor, tristeza, miedo, brutalidad, odio y abandono ahí están ellos, por debajo de este plano palpable, alimentándose de nuestros desechos energéticos y regocijándose entre la pobreza y las guerras que nos obligan a vivir y a combatir, sin posibilidad de elegir. Estaríamos hablando de vampiros energéticos astutos con más años de evolución que nosotros, seres físicos de más de dos metros de altura, de aspecto escamoso, con una fuerza bestial capaces de aparecer y desaparecer a su antojo y de manipular una mente limitada y débil como la humana.
Alex Collier decía que estos seres consideran que el amor y sus formas de expresión representa la debilidad y que el miedo genera las energías más poderosas, y que todo ser débil debe ser un esclavo desde su nacimiento. Nos consideran, a los humanos, una obra suya y de su propiedad y al parecer no nos van a dejar escapar tan fácilmente, pues ven en nosotros alimento, como nosotros contemplamos un gallinero.
Pero por suerte hay un estado que no controlan, que no entienden y que me arriesgaría a segurar que temen, se trata del amor. Estas criaturas se ceban con las emociones que desprendemos, y se tienen que asegurar que estemos en constante desarmonización, de que nos alejemos cada vez más de nuestra fuente existencial de amor y claridad. Por esta razón es importante procurar vivir en armonía, saber que a la vuelta de la esquina siempre habrá alguien o algo dispuesto a ponernos más cargas sobre la espalda, que siempre habrá algo dispuestos a adormecernos y a meternos en la vorágine del día a día rutinario, ese huracán del que un día despiertas y dices:
“Vaya, este año se me ha pasado volando y casi no me he dado cuenta de nada… Y no puedo decir que haya sido un buen año…”
Hay que salir de la vorágine vertiginosa de la vida, palparla con las dos manos y comprenderla, amarla y vivirla día a día, comprendiendo que la felicidad no es un estado, es una elección. Y por supuesto, para aquellos que tengan interés en encontrar la verdad, que estudien y se nutran de lo que aún no podemos comprender, pues lo que ya es comprensible no es más que enredo, lo que nos han hecho creer, lo que nos han enseñado, no es más que la punta de un iceberg maravilloso.
Pero OJO! No todos los seres son malos. Click aquí para leer sobre Los Pleyadianos
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Lo volveré a leer con calma😊. Saludos y gracias por seguir mi blog.
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Muchísimas gracias!
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