Lo que nos ancla a la materia. Lo que silencia la naturaleza

Como repito en varias ocasiones, vivimos en mundo formado por materia, desde el suelo que pisamos, al agua que bebemos y la composición de nuestro propio cuerpo. Esta simbiosis colorista/plástica es natural y extremadamente complaciente, pero… ¿Quién recuerda los inicios del todo?

Al principio la materia la conformaba la naturaleza, tan sólo había vida, desde el hombre a los animales, el agua, los árboles y las montañas repletas de minerales. Un escenario completamente libre de ataduras, donde los seres vivos no tenían nada más que hacer que convivir los unos con los otros con un propósito o “el propósito”, aquella cuestión que hoy se ha convertido en una de las tres grandes incógnitas de nuestra existencia.

¿Hacia dónde vamos?

Vivíamos en un entorno tan amplio y limpio que podíamos tomar esa cuestión como una meta, un camino que nos conduciría tarde o temprano a la libertad, la única responsabilidad y estudio válido del ser humano. Reunidos en pequeños grupos libres, buscábamos las respuestas en las estrellas, en las danzas y en las personas. Observando la naturaleza, con el silencio del mundo cotidiano, se afinaba la escucha y las respuestas retumbaban en las montañas. Quién de tanto en tanto tiene suerte de poder ir al campo, sabrá a lo que me refiero.

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Pero hoy, para muchos la vida a cambiado radicalmente de una manera tan gradual que parece que ya no existen más posibilidades. Se generó un “big bang” de materia, grandes casas y edificios, grandes fábricas contaminantes que parieron millones de coches, millones de electrodomésticos, millones de formas de comida falsa, millones de teléfonos móviles, etc. De danzar y mirar las estrellas pasamos a ser engañados por aquellos que generaron falsas necesidades para el ser humano, y hoy vivimos en ciudades donde la contaminación lumínica sepulta la totalidad del firmamento, donde sabiéndolo, circulan cientos de miles de aparatos que expulsan gases tóxicos nocivos que necesitamos y codiciamos día a día.

Codigodecarcel

Se creó un objeto para que toda esta materia fuera accesible, el dinero. Nos han hecho creer que la meta de la vida es conseguir materia (a la que no puedo llamar inútil libremente porque el ejercicio de presión para generar su necesidad ha sido brutal), a través de grandes campañas de publicidad bestial y feroz que nos empequeñece, que nos hace compararnos, marchitarnos, envidiarnos, convertirnos en imanes de necesidad y reducirnos a una gorra bonita o a una consola distractora por la cual tendrás que trabajar meses encerrado en el mismo lugar para poder comprar.

Aunque resulte delicado tocar lo espiritual en este tema, debo hacer hincapié en que si un día la naturaleza se enlazó con nuestra biología, hoy la naturaleza se desvincula gradualmente para enlazarnos con los plástico, o mejor dicho a lo vacío o muerto.

Entonces todos sentimos un vacío emocional a nivel global, cuanto más nos obligan a civilizarnos a su manera, cuanto más nos obligan a considerar a los aborígenes o a los indígenas inferiores o involucionados, más nos meten en su juego de materia infinita.

La civilización podría ser hermosa, si no nos hicieran creer que la palabra utopía es tan sólo un concepto inalcanzable, cuando en realidad la civilización es un sistema de esclavismo compra-venta, donde nos obligan (a unos más que a otros) a cumplir el sueño de avaricia y codicia de alguien más “grande” o “poderoso” dos palabras que ancladas a la materia significan “vacío” o “plástico”.

ZombiePhone

La naturaleza es sabia, y en un principio nos ofreció lo que verdaderamente necesitábamos para lograr un todo. Pero las montañas de cemento, las suelas de goma, tener que desvincularse de uno para poder comprar manzanas, sentirse vacío si no tenemos suficiente materia, nos hace enfermar y entrar en un ciclo de consciencia dormida del cual, a este paso no saldremos nunca.

Todos sabemos, aunque nos cueste reconocerlo, que el ser humano es increíblemente manipulable y frágil, y nos llevan civilizando desde hace miles de años y está tan anclado a nuestra consciencia, a nuestros genes, que verdaderamente este sistema de vida se esta convirtiendo en la verdadera fe del hombre y la mujer, donde las marcas se convierten en dioses.

No quiero ser hipócrita, esto lo escribo desde un ordenador que resulta útil, muy útil en el sistema de vida que han creado para nosotros, donde sí, somos libres de elegir, pero donde las elecciones son verdaderamente escas y pobres.

El raciocinio colectivo empieza en el interior de cada individuo, evidentemente no podemos desprendernos de todo esto que nos rodea y viste sin más, (¿o sí?) Pero empezar a comprender que verdaderamente mucha materia y muchos conocimientos sobre materia nos llevará a la tumba con el espíritu tan pobre como cuando empezamos. En todos los sentidos, y con perdón de corazón si ofendo, una existencia inútil, donde la materia se desintegra muchísimo más despacio que nuestro cuerpo y donde ocupa mucho más lugar del que debería, tanto dentro de nosotros, como fuera.

contradictorio y extraño, nuestra casa se convierte en una luz distante”

Leer más: ¿Por qué estamos solos?

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2 respuestas a Lo que nos ancla a la materia. Lo que silencia la naturaleza

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