Parece ser que las estadísticas indican que cada año son más los meteoritos que impactan contra la tierra.
Vivimos con un embudo de información sobre la cabeza, donde los medios de comunicación se encargan de filtrar aquello que interesa de lo que no. En este caso, da la impresión de que este tema importa poco, una amenaza real que se vacía de credibilidad y se desmiente constantemente.
La nasa lleva tiempo asegurando de que no existe ningún meteorito, ni asteroide, ni objeto espacial encaminado a la tierra que posea suficiente fuerza como para causar daños significativos. Bien, pues la realidad es otra: La nasa posee una lista de decenas de cuerpos espaciales potencialmente peligrosos para la vida terrestre. Y a pesar de que el mismo Paul Chodas (gerente de la oficina de objetos cercanos de la NASA) afirma que no hay probabilidades de que un gran asteroide impacte contra la tierra en los próximos cien años, está claro que sus radares han detectado que numerosos de esos cuerpos no sólo son potencialmente peligrosos si no que son más grandes de lo que en un principio se calculó, y que su llegada a nuestro planeta podría ser desastrosa.
En el año 2015 un número inusual de meteoritos cruzó sobre muchos países del mundo, llegando a colisionar alguno en zonas pobladas, como por ejemplo el caso del meteorito de Irán. Estos casos dan a entender que nuestro sistema solar está cruzando una zona de riesgo, que podría poner en peligro nuestro planeta mucho antes de lo que estimamos.
El 6 de febrero de 2016 un meteorito de entre cinco y siente metros de diámetro explotó sobre el océano Atlántico a 1.000 km de la costa de Brasil. Este objeto produjo una energía equivalente a 13.000 toneladas de TNT, igual que la que tuvo la primera bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945. Si este meteoro se hubiera desviado un mínimo de su trayectoria podría haber causado grabes problemas.
Los registros indican que cada año se dan centenares de casos similares, cuerpos que atraviesan nuestra atmósfera que se desintegran antes de llegar a la superficie, o que, por la gran extensión de agua que posee nuestro planeta, no llegan a colisionar contra la tierra.
Una cuestión bastante aleatoria, al parecer, que no se cumplió en el caso de la región rusa de Chelyabinsk.
El pasado 15 de febrero de 2013 una bola de fuego de 18m de diámetro atravesó la atmósfera terrestre a una velocidad aproximada de 69.000 km/h. estallando a una altura de 30 Km. y liberando una energía de 500.000 toneladas de TNT. Más de 1500 personas resultaron heridas en la región a causa de la honda expansiva que reventó cristales y causó daños en la ciudad.
Cada año las cifras aumentan considerablemente, y hoy, se registran más de 60 meteoritos de entre 15 y 30 metros de diámetro que se encaminan hacia la tierra. Si bien es cierto que no debemos preocuparnos desmesuradamente, deberíamos prestar verdadera atención a los asteroides.
El telescopio Neowise puede captar el calor a través de rayos infrarrojos y actualmente ha registrado 8 asteroides en trayectoria potencialmente peligrosa hacia la tierra.
2014-UR 116 es un asteroide de 370 metros de diámetro y se dice que su trayectoria podría aproximarse peligrosamente a nuestro planeta durante el 2016. Se trata de un bicho 20 veces mayor que el que explotó en Chelyabinsk, y si cayera sobre el mar generaría tormentas y tsunamis bastante peliagudos, y si por desgracia cayera sobre la tierra resultaría devastador. Su descubridor Vladimir Lipunov (profesor de la Universidad Estatal de Moscú), insiste en no perderlo de vista en ningún momento, ya que su trayectoria no se puede determinar a ciencia cierta todavía, y puede ser tan impredecible como desastrosa.
Hay una cantidad ingente de meteoritos viajando cerca de nuestro vecindario planetario, a cada momento cientos de rocas chocan entra ellas estallando y desplazándose hacia direcciones aleatorias, los impulsos gravitacionales de estrellas más lejanas podrían hacer que esas desviaciones pusieran el punto de mira de los cuerpos celestes sobre nuestro sistema solar, y por consiguiente sobre nuestro planeta.
¿Debemos temer las amenazas?
Debemos ser precavidos, confiar en que nuestro gobierno pueda solucionarlo, ya que como individuos poco podemos hacer contra la caída de un asteroide. Y tampoco debemos olvidar que no estamos tan expuestos como puede llegar a parecer, al igual que la aleatoriedad puede generar el desastre, también puede salvarnos a partes igual. Por otro lado los científicos de todo el mundo han creado planes para afrontar estos peligros, que aunque son un poco peliculeros, pueden dar resultado. Y no hay que olvidarse nunca de que nuestro sistema solar tiene un vigilante gigante, un súper héroe paciente e imperturbable; Júpiter posee tanta gravedad que atrae sin esfuerzo gran número de cuerpos celestes a su superficie cada años, tal y como haría un hermano mayor.
Existen miles de casos documentados de daños causado por meteoritos, cada año las cifras aumentan y cada vez hay más testigos de bolas de fuego que cruzan el cielo, pero los medios de comunicación por algún motivo prefieren no hablar del tema. ¿Como no nos enteramos sobre lo de Russia de manera abierta? ¿Por qué no dijeron nada sobre lo de Irán o sobre lo de Brasil? En realidad promulgar que una roca del tamaño de una montaña puede acabar con la vida que conocemos generaría en la sociedad una desestructura peligrosa que todos nos podemos imaginar.
¿Sería mejor conocer el problema con meses o semanas de antelación? ¿O levantar la vista, ver el fuego, y saber que ya poco importa lo que vaya a pasar?
Supongo que cada uno considerará una opción u otra el final adecuado.